“Brasileros, cumplí mi palabra construyendo este estadio, cumplan ahora su deber ganando la copa del mundo”. Con estas palabras cerró su discurso el Prefecto de Rio de Janeiro, Mendez de Morais , el día de la final del Campeonato Mundial de Fútbol organizado por Brasil en 1950 apenas cinco años después de terminada la Segunda Guerra Mundial.
Es año de elecciones presidenciales en Brasil y todos los candidatos buscan asociarse al éxito deportivo para fortalecer su campaña. El golero Moacir Barbosa sale al campo de juego como uno de los candidatos a edil más populares de las próximas elecciones y, como el resto del seleccionado brasilero, lleva debajo de su indumentaria una casaca que reza BRASIL CAMPEAO.
En el otro vestuario el capitán uruguayo Obdulio Varela se prepara para guiar a su selección hacia un enfrentamiento que quedaría por siempre en la memoria del fútbol. Unos meses antes —él mismo— encabezó la huelga general de jugadores, esta etapa sería germinal de un grupo humano que encontraría en la figura de su capitán un líder capaz de unificar al equipo y conducirlo a la victoria. Entre ellos se encuentra el joven debutante Alcides Ghiggia quien, 78 minutos más tarde, protagonizaría la tragedia y la hazaña más grande que el fútbol pueda contar.
Maracaná es una metáfora sobre la manipulación de los pueblos a través del deporte y la voluntad de los individuos intentando dignificarse más allá de las fuerzas externas que lo doblegan.
Estos párrafos se pueden leer al ingresar a la página web de Maracaná, el documental que narra la victoria más importante de Uruguay en una Copa del Mundo.
Basándose en el libro Maracaná, la historia secreta, de Atilio Garrido, los realizadores Sebastián Bednarik y Andrés Varela se plantearon como desafío llevar esta historia al cine. Bednarik y Varela ya habían trabajado juntos —siempre en el género documental— en La Matinée (2006), Cachila (2007) y Mundialito (2010).
Para Maracaná contaron con Guzmán García, licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad ORT Uruguay, quien se encargó del montaje del documental y, antes de eso, escribió el guion. Contó cómo fue la adaptación del guion a las imágenes que existían, y no a la inversa.
Comencemos hablando de lo último: ¿cómo estuvo el estreno de la película en el Estadio Centenario, al que concurrieron más de 10.000 personas?
Estuvo muy bien. La gente reaccionó como se esperaba, incluso en algunos momentos las reacciones fueron más allá de lo que yo preveía; gritos de gol, aplausos, silencios.
Como guionista tuviste un desafío al enfrentarte a distintos insumos informativos, como el archivo de Cinemateca. ¿Cómo fue tu trabajo en conjunto con los directores?
Todo ese proceso llevó más de dos años. La primera etapa fue armar el guion: hice algunas versiones, hasta que quedó bien. Pero el problema fue que lo que estaba en el guion no necesariamente existía en imágenes. Entonces empezamos a encarar el otro proceso: tratar de conseguir los materiales necesarios para contar esa historia, y adaptar la historia a los archivos que iban apareciendo.
En esa instancia Sebastián y Andrés consiguieron muy buenos archivos en Cinemateca.
Luego vino una tercera etapa en la que empezaron a llegar otros archivos del exterior y, entonces, teníamos que ir amoldando la película a lo que iba apareciendo.
Fue un proceso interesante y divertido, pero bastante dificultoso.
¿Cómo te resultó este trabajo con Maracaná luego de haber dirigido Todavía el amor?
Todavía el amor es un documental que fui haciendo durante tres años de mi vida. Trata acerca de las relaciones de pareja durante la vejez. Me gusta el resultado. En festivales le fue muy bien, estuvo en los más importantes de documentales a nivel internacional. En Uruguay el preestreno fue en DocMontevideo y después se estrenó en salas, en noviembre del año pasado. Ahora es parte de la gira itinerante de efecto cine y en un par de meses se edita en DVD.
Yo me tomo los dos documentales muy en serio, creo que le dediqué a las dos películas una cantidad de trabajo similar. La diferencia es que Maracaná la fui armando más al estilo y a la sensibilidad de Sebastián y Andrés. De todos modos, ahora que la vi terminada, me llamó la atención que algunas cosas me resultaron más mías de lo que me imaginaba.
¿En qué estás trabajando ahora?
Ahora estoy rodando mi nuevo documental, el título tentativo es Mirando al cielo, una película acerca de un grupo de actores de teatro comunitario. Habla un poco a cerca de la relación entre la práctica de teatro y las historias de vida que hay en la compañía.
Estoy trabajando con un equipo muy lindo: la producción está a cargo de Patricia Olveria, la fotografía es de Arauco Hernandez y Marcelo Rabuñal, y del montaje se está encargando Andrés Borotra. El resto del equipo está formado por gente de Coral Films, con la que venimos laburando en distintos proyectos.
Espero poder terminar los rodajes en el próximo par de meses y tener la película terminada a mediados del año que viene.
Trailer de Maracaná
