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Muertos acá nomás, de César Bianchi

14/10/2014
El periodista César Bianchi acaba de publicar "Muertos acá nomás", un libro de crónicas sobre hechos de violencia ocurridos en Uruguay. "Intenté decodificar y explicar en detalle algunos casos que habían llegado a la pantalla de televisión, pero para contarlos desde cero, con mayor profundidad", dijo Bianchi.

Algunas de las historias que relata tienen que ver con asesinatos premeditados, otras con muertes accidentales, otras surgen de los celos, pero todas tienen un factor en común: sucedieron en Uruguay.

Todas las historias del libro fueron destacadas ampliamente por los medios de comunicación cuando sucedieron. ¿Por qué decidiste elegir ese tipo de historias?

Porque eran buenas historias, porque me generaban dudas, porque me llamaron la atención y me shockearon por algún motivo.

En algunos casos por la codicia, por la truculencia y hasta por el azar.

Intenté decodificar y explicar en detalle algunos casos que habían llegado a la pantalla de televisión, pero para contarlos desde cero, con mayor profundidad.

¿Consideraste en algún momento que los relatos del libro fueran menos conocidos, de un perfil más bajo?

El caso de la familia Velázquez no fue tan conocido, no fue tan sonado en su momento.

Yo trabajé esa crónica para presentarla en un certamen internacional y tuve la suerte de que haya ganado y se haya viralizado en redes.

Así, el caso logró mayor notoriedad. Pero no elegí las historias en función de su mayor o menor impacto anterior en los medios, sino en función de que hubiese una buena historia detrás para narrar.

¿Creés que el fenómeno de la mediatización del asesinato ha hecho que ya no existan en Uruguay homicidios tratados con bajo perfil?

No sé a qué te referís con bajo perfil, pero está claro que la gente está muy pendiente de las historias policiales y de las noticias de la crónica roja. Eso es así ahora y lo era en los años 60 del siglo pasado, cuando los matutinos agotaban tiradas en base a esas noticias. Los medios solo amplifican estas realidades.

El prólogo lo hizo Martín Caparrós. ¿Qué le aporta una mirada como la de Caparrós a Muertos acá nomás?

Mucho, por su don como narrador y como cronista en particular. Me importaba su lectura, por ser un maestro del periodismo narrativo en el continente. Su firma prestigia el libro, sin dudas.

¿Creés que el libro que escribiste contribuye a fomentar mejores prácticas en la disciplina de contar historias de crónica roja?

Ojalá. Sería un gran elogio a mi trabajo, que así fuera. Pretendí desarrollar un género incipiente en Uruguay, todavía en pañales —el del periodismo narrativo—, y aplicarlo a historias de crónica roja, como antes publiqué un libro de historias de vida de hinchas de Peñarol [A lo Peñarol] y antes de prostitutas [Mujeres bonitas]. Lo importante son las historias, y cómo contarlas, claro. Si logré que se vean mejor y se entiendan más un puñado de casos, mucho mejor.

¿De qué manera intentaste que tu escritura fuera diferente al discurso que plantean hoy los medios al reportear casos de asesinatos, violencia, etcétera?

Apelando a herramientas del periodismo narrativo y, en alguna medida, de la literatura. Contando las historias de otra forma, poniendo la mirada o el foco en otras cosas, que escapan a la urgencia que tienen los diarios por la noticia.

No me preocupé por las noticias, que ya habían sido publicadas en diarios. Me importaban otras cuestiones: descubrir sentimientos, recrear episodios clave, volver a preguntar... Y debo confesar que haber leído a tantos maestros de la crónica me ayudó. Aprendí de crónicas conversando (escuchando) a muchos cronistas de fuste, pero sobre todo, leyéndolos.

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