¿Qué es un director de fotografía?, preguntó Barizzoni, aclarando que el término correcto sería “cinematógrafo”. Charlone explicó: “La creación cinematográfica es tan compleja… Está el guion, la actuación, los gestos y los detalles de la actuación de los actores; entonces el director está dirigiendo una escena y prestando atención viendo los detalles, no puede estar pendiente también del color del fondo, o de la intensidad (de la luz), es mucha cosa”.
“El director de fotografía es quien se encarga de lo que está dentro de las cuatro líneas en términos de imagen”, dice, al tiempo que simula con sus manos el encuadre de una escena. “A mis alumnos les decía: ‘cuando no tengan nada que hacer, agarren la cámara y pónganse a jugar con el ojo, el sentimiento y esas cuatro líneas’”.
La revolución tecnológica que se está viviendo, dijo Charlone, coloca a los estudiantes —futuros realizadores— en un lugar donde van a empezar “algo completamente nuevo”. “Lo que estamos viviendo ahora casi que lo compararía a la revolución industrial”. La tecnología, dijo, simplificó estos procesos, aunque está convencido que esto va a cambiar.
Por una cuestión de cabeza, creo que siempre va a haber alguien que esté ocupado con la interpretación de los actores, con el movimiento de todo, y siempre va a haber alguien viendo si lo pone en el encuadre un poquito más a la derecha o a la izquierda. La concentración en la imagen es totalmente diferente a la concentración en la palabra.
En la charla, repasó anécdotas vividas con Francis Ford Coppola, Fernando Meirelles, Mário Carneiro (arquitecto y pintor, que fue “un excelente iluminador de películas”), Vittorio Storaro, Daniel Rezende, Tom Cruise y Juliane Moore.
Comentó que Fernado Meirelles tiene “lo más importante que debe tener” un cineasta: “dos orejas enormes”. “Si viene un delivery a traer un sanguche y dice, ‘qué interesante ese reflejo ahí’, Fernando va y lo mira. Escucha todo, lo considera y lo que no le sirve lo tira a la basura”. De la mano con esta anécdota, Charlone redondeó: “El cine es un arte colectivo, el arte de saber escuchar”.
En el año 83 u 84, “estaban todos preocupados porque había surgido el video y creían que se moría el cine”. Francis Ford Coppola les dijo: “No, siempre va a haber una persona que va a querer contar una historia, que va a precisar alguien que lo ayude con la imagen y alguien que lo ayude con el sonido”.
El uruguayo Danilo Trelles, productor de Vidas secas, le dijo: “Ya estudiaste 4 años, ahora tenés que trabajar”. Charlone le respondió que no conseguía trabajo en el mundo del cine, a lo que Trelles le recomendó “ver cine, leer y trabajar”. “E hice exactamente eso”, contó.
Sobre su trayectoria, dijo que El jardinero fiel lo llevó “de ser un fotógrafo de cine brasilero a hacer una película producida por una productora inglesa que se filma en África y Alemania”. Eso lo logró gracias al reconocimiento por realizar Ciudad de Dios.
“Una fotografía casi que le puso fin a la guerra de Vietnam”, recordó Charlone, explicando por qué quiso dedicarse a narrar historias detrás de una cámara.
Estudié cine porque quería cambiar el mundo con mi cámara. Eso nace de vivir en el continente más desigual del universo.
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Charlone se ha desempeñado en la región y en el mundo como director de cine, director de fotografía, así como también guionista de cine y televisión. Entre sus trabajos se encuentran las series Ciudad de los hombres y 3 % (Netflix), y las películas Artigas: La Redota, El jardinero fiel, Palace II, Ensayo sobre la luz (Blindness), Barry Seal: Solo en América, Los dos papas y La sociedad de la nieve, entre otras. En 2002 fue nominado al Premio Óscar como director de Fotografía de Ciudad de Dios, dirigida por Fernando Meirelles. En 2003 trabajó con Tony Scott en la película Man on fire y en 2004, con Spike Lee en Sucker Free City. Filmó los últimos días de Dilma Rousseff en la presidencia de Brasil. Codirigió Partido, un relato íntimo de Fernando Haddad en su carrera a la presidencia poco antes del triunfo de Bolsonaro. En la actualidad prepara un documental sobre los quince años de gobierno del Frente Amplio y acaba de participar como coproductor de la película La uruguaya, basada en el libro homónimo de Pedro Mairal, con dirección de Ana García Blaya y producida por la Comunidad Orsai, liderada por Hernán Casciari. Su vasta experiencia como cineasta incluye también la publicidad: dirigió más de 700 comerciales para las marcas más importantes del mundo. Nació en Uruguay, país al que está volviendo luego de radicarse por más de 30 años en Brasil; pero sus proyectos lo impulsan a seguir recorriendo el mundo. Su próximo destino es África.