El formato de reality show demostró ser un fenómeno comunicacional de gran impacto a lo largo de las décadas, y Gran Hermano Argentina es uno de sus exponentes más icónicos.
Su éxito no es casualidad, sino el resultado de una combinación de emociones, estrategias narrativas y participación activa del público.
Su capacidad de evolucionar con el tiempo, integrando nuevas tecnologías y estrategias narrativas, lo mantiene vigente.
Para profundizar en su impacto, fue entrevistado Marcos Gorban, reconocido productor de televisión con más de 25 años de trayectoria, quien trabajó en programas como Gran Hermano, Got Talent y Operación Triunfo.
Con una trayectoria de más de 25 años en la industria, es testigo de la evolución del reality show, su impacto cultural y los desafíos que implica su producción.
Un formato que trasciende generaciones
Desde su primera edición, Gran Hermano cautivó a la audiencia con su dinámica única: un grupo de personas convive en aislamiento mientras son grabadas las 24 horas.
Semana a semana, el público decide quién sigue en la competencia hasta coronar a un ganador.
Desde los primeros formatos como The Bachelor y Survivor, pasando por Gran Hermano, hasta los más recientes como Divided o The Beast, la industria ha experimentado una transformación constante.
La irrupción de las redes sociales amplificó su alcance, permitiendo que los espectadores no solo miren el programa, sino que también lo comenten, voten y participen activamente en la narrativa.
Los espectadores no solo miran el show, sino que también lo comentan, critican y votan en tiempo real, convirtiéndose en jueces y parte activa del contenido.
Según el productor Marcos Gorban, "Gran Hermano es un gran narrador de historias. Es un formato que, aunque parece sencillo, tiene una estructura narrativa poderosa que engancha al público".
Claves del éxito: el poder de la narrativa
No todos los reality shows logran consolidarse. Para Gorban, el éxito depende de múltiples factores: "Un buen casting es fundamental, pero también lo es el montaje, la promoción y la programación. Si enfrentas el estreno a la final del Mundial, por ejemplo, es difícil que el programa funcione".
La narrativa también juega un papel central. "Un reality show exitoso debe contar una historia que enganche al espectador. Al igual que en la ficción, los protagonistas deben generar empatía. Si el público se identifica con ellos, los sigue hasta el final".
Cada edición crea héroes y villanos, amores y traiciones, generando una conexión emocional con la audiencia.
El programa también refleja conflictos y dinámicas sociales. Desde debates sobre género y diversidad hasta el impacto del aislamiento en la salud mental, Gran Hermano se convierte en un espejo de la sociedad, alimentando conversaciones más amplias y relevantes.
El programa es un termómetro social. Lo que sucede dentro de la casa refleja, de alguna manera, lo que pasa en la sociedad. Por eso genera tanto debate.
Impacto en los medios y el marketing
Gran Hermano no solo es un programa de entretenimiento, sino un ecosistema mediático. Cada acción dentro de la casa genera contenido para noticias, memes, debates y tendencias en redes.
Esta capacidad de permear distintos canales lo convierte en una mina de oro para anunciantes y marcas que buscan estar presentes en la conversación diaria.
Según Gorban, las redes sociales cambiaron radicalmente la relación entre los espectadores y los reality shows.
"Hoy, el público no solo consume, sino que también participa activamente a través del voto, los debates y las reacciones en plataformas digitales. Esto ha convertido a los reality shows en un fenómeno interactivo".
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El formato no solo se emite en televisión, sino que se expande a múltiples plataformas, convirtiéndose en un fenómeno transmedia.
Clips virales, análisis en podcasts, debates en redes y hasta memes contribuyen a que Gran Hermano sea más que un programa: es un fenómeno cultural que traspasa la pantalla.
Personajes, estrategias y emociones
El reality funciona como un experimento social en el que los participantes, más que concursantes, se convierten en personajes con los que el público empatiza, apoya o rechaza.
A lo largo de las temporadas, se han establecido arquetipos de jugadores: estrategas calculadores, líderes carismáticos, aliados leales y antagonistas polarizadores.
A diferencia de los personajes de ficción, estos son reales, con reacciones genuinas ante situaciones de convivencia extrema, lo que genera una conexión emocional profunda con la audiencia.
Cada edición desarrolla narrativas propias, con alianzas, traiciones y momentos de tensión que mantienen la atención del público.
Esta construcción narrativa es clave para su éxito, ya que convierte la dinámica del programa en una historia en constante desarrollo, donde los espectadores se convierten en protagonistas indirectos al influir en el destino de los jugadores.
Gran Hermano es, en esencia, una historia en constante construcción.
Gorban explica que "el atractivo de Gran Hermano es que es impredecible. No hay un guion cerrado y eso permite que el público se involucre emocionalmente".
El reality como reflejo de la sociedad
Más allá del entretenimiento, Gran Hermano actúa como un espejo de la sociedad.
La diversidad de participantes permite discutir temas como inclusión, género, salud mental, bullying, discriminación y relaciones interpersonales.
A lo largo de los años, el programa ha generado debates sobre el impacto de la fama instantánea, la exposición mediática y el rol de las redes sociales en la percepción pública de los concursantes.
La constante evolución del reality también puso sobre la mesa cuestiones éticas y morales, como la manipulación de las ediciones para favorecer ciertas narrativas o la presión psicológica a la que se ven sometidos los participantes.
Estos aspectos llevaron a productores y cadenas televisivas a implementar medidas de apoyo psicológico y regulaciones más estrictas.
Formación en la industria audiovisual
El auge de los reality shows y la evolución de los formatos audiovisuales han generado una creciente demanda de profesionales en el área.
Desde la producción y la dirección hasta la edición y la gestión de contenidos digitales, el mundo del entretenimiento requiere expertos capaces de entender y desarrollar propuestas innovadoras.
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