No importa el día ni la hora: la información sobre el COVID-19 ha copado nuestras rutinas diarias. Constantemente estamos recibiendo información sobre este virus que paraliza al mundo. El tráfico de datos ha aumentado notoriamente, los informativos tienen cada vez mayor audiencia y muchos diarios dieron acceso libre a la información vinculada a este tema.
Estamos frente a una gran crisis mundial y Uruguay no escapa a ello. Queremos saberlo todo al instante, enterarnos del último dato antes que nadie. El aislamiento social, por otra parte, promueve y facilita el consumo de información a toda hora.
¿Qué conlleva todo esto? ¿Cómo debemos informarnos correctamente? ¿Qué rol cumplen los medios y cuál es el papel de las redes sociales? ¿Cómo podemos hacer para diferenciar la información de calidad de las fake news? En un contexto singular, la Lic. Ana Laura Pérez, gerente de Producto Digital de El País y coordinadora académica de Periodismo y Contenidos Digitales en ORT contestó las siguientes preguntas:
¿Qué rol considera que está cumpliendo la prensa con respecto a la situación del COVID-19 en nuestro país? ¿Cuáles son los desafíos que afronta?
Creo que el rol que cumple la prensa en el Uruguay, como en cualquier otro lado, es clave en una situación así. La prensa y el periodismo en general —que es más que la prensa— se debe a su obligación de informar y en un momento así, mucho más. ¿Qué quiero decir con esto? El periodismo tiene que salir de la obsesión típica de los periodistas, que es informar primero, y sustituirla por la obsesión por informar mejor, con información de calidad y chequeada. Más vale esperar que tener la primicia. En un momento así es clave dar información con contexto, con profundidad, explicar, salir de la cosa inmediata solamente y contextualizar, profundizar conceptos.
El periodismo también tiene que buscar llegar a la mayor cantidad de gente posible, entonces debe pensar en formatos y maneras de contar que amplíen lo máximo posible el público que puede captar esa información que maneja. Es importante sintetizar, allanar, salir de los términos difíciles, de la repetición de las palabras que usan los técnicos y convertirse en un buffer que ayude a la gente a entender el lenguaje de los técnicos, que a veces no están preparados para hablar en un lenguaje comprensible. Con respecto a los desafíos que se afrontan, estos se relacionan con lo que venía diciendo: hay que salir de esa cosa de “pegar primero” solamente.
Además, hay que afrontar el desafío de que muchas veces el periodismo de salud es un periodismo poco considerado en las redacciones uruguayas, poco valorado. Y es un periodismo con una curva de aprendizaje muy larga, que implica pasar bastante tiempo cubriendo el área para manejar los conceptos, el entendimiento y la comprensión de ciertos fenómenos. Los fenómenos de tipo epidemiológico son particularmente complejos porque mezclan dos cosas que cuestan mucho a los uruguayos en general y a los periodistas uruguayos también, que es lo científico y las matemáticas, ¿no? La comprensión de los fenómenos desde lo numérico.
¿Cuál considera que es el rol de las redes sociales en medio de esta crisis sanitaria?
Para empezar, hablar de redes sociales es bastante complejo porque, ¿qué son las redes sociales? Al preguntarme esto, me estás preguntando cuál es el rol de las redes como plataforma, cuál es su rol como empresas, cuál es el rol en tanto a la gente que participa en ellas y su rol como ciudadanos o como usuarios de una plataforma con el nivel de impacto que tienen las redes sociales, cuál es el rol de los medios o de la gente en las redes sociales.
Entonces, es bastante complejo. Si la pregunta va al rol de las redes sociales como empresas, creo que espero bastante más de lo que están haciendo hasta ahora: publicar un link, como hace Facebook, a la página de los gobiernos en las que está la información de calidad es un mínimo o está incluso por debajo de ese mínimo.
La verdad que con la cantidad de datos que manejan, el nivel de acceso a nuestras vidas privadas que han ido desarrollando y el dinero que tienen para invertir en tecnología y en gente competente, deberían participar bastante más activamente en ayudar y desarrollar cosas que puedan paliar un poco el avance de la pandemia.
Después, respecto de la gente, no espero mucho: la gente es un conjunto. La famosa “opinión pública” es un conjunto de personas. Algunos hacen cosas muy buenas: hay médicos, periodistas, científicos y gente de datos haciendo cosas muy buenas en redes y usando esas plataformas para hacer llegar a la gente información de calidad y hay un montón de gente haciendo cosas horribles, alguna con mala intención y otra sin darse cuenta. Esa gente está propagando mensajes que no están chequeados y que no son de calidad.
¿Qué “problemas” o desafíos conlleva la sobreinformación en este contexto?
En primer lugar, depende de qué tipo de sobreinformación. Si hablamos de sobreinformación con información de calidad es una cosa y si hablamos de lo mismo con información que ni siquiera es tal, sino que son rumores, elucubraciones, opiniones, predicciones o delirios, es otra cosa.
Si estamos hablando de volúmenes demasiado grandes de información de calidad, por un lado es positivo y por otro lado puede generar cuestiones negativas. Hay un estudio muy interesante, que publicaron hace unos días en la revista Science, sobre las consecuencias de la cuarentena y parte del asunto es esto: la sobreinformación genera profundos grados de ansiedad, hipocondría, angustia, miedo por el futuro, etc. Aun la información de calidad.
Si estamos hablando de rumores, eso se multiplica exponencialmente. Además, se toman decisiones, se establecen opiniones y se construyen ideas de cómo funciona el mundo sobre bases que son erradas.
¿Cómo considera que las personas pueden discernir entre información valiosa sobre el COVID-19 e información falsa o sin chequear?
Creo que lo más fácil es acudir a los medios de confianza. Esto no es nuevo, es una relación. La gente va construyendo relaciones de confianza con los medios y los periodistas a lo largo de su vida. La mayoría de nosotros tenemos medios que son los que consumimos, a los que les tenemos confianza y sobre los que hemos construido la idea de que manejan información de calidad a lo largo del tiempo. Creo que lo mejor es consumir eso y no caer en teorías conspirativas pensando que esos medios no están dando la información que me llega por WhatsApp porque en realidad el COVID-19 es una conspiración de tres gobiernos para destruir al tercero, o lo que sea.
La verdad es que Uruguay tiene una amplitud de medios enorme desde el punto de vista del espectro ideológico o de pensamiento o de estructura económica. Entonces, de verdad, pensar que ninguno de los medios informa sobre algo determinado porque se prestan todos juntos a una conspiración, me parecería un poco “conspiranoico”.
Entonces, lo mejor es seguir consumiendo los medios a los que uno les tiene confianza. Lo ideal sería consumir la mayor cantidad posible de medios, construirse una realidad en función de ese espectro tan grande que dijimos que hay, porque la realidad no está en uno de ellos, sino en el conjunto de miradas sobre un fenómeno. Tal vez eso sea lo más recomendable. Entiendo que hay gente que pueda no tener tiempo, pero eso sería lo mejor.
¿Cuál es “la dosis justa” de información que, le parece, debemos consumir para estar correctamente informados sobre el avance del COVID-19, pero sin generar preocupación de forma desmedida?
Creo que, como con muchas otras cosas durante un momento como este, lo mejor es tener rutinas. Así como nos armamos rutinas para hacer ejercicio o para trabajar en casa, y que de ese modo el trabajo no nos invada el resto de las horas, así como tenemos rutinas para el ocio, para estar en familia, etc. Deberíamos armarnos alguna rutina para consumir información y tratar de evitar el enganche que implica tener el teléfono todo el tiempo en la mano y estar constantemente tratando de encontrar algo más. Me parece que ahí el que está controlando la situación es el teléfono y no nosotros. Estamos siendo controlados y no estamos consumiendo información de manera responsable. Imaginémonos cómo sería si hiciéramos lo mismo con la comida, si consumiéramos todo el tiempo sin criterio. Cuando lo pensamos con la comida o el alcohol nos damos cuenta de que no puede ser sana la relación que tenemos muchas veces con el teléfono y los niveles de consumo de información que tenemos.
Entonces, recomiendo que hagamos rutinas que impliquen unos minutos por la mañana de consumo informativo, una media hora de lectura de medios y redes sociales, media hora o una hora, más de eso me parece que no. Lo mismo por la tarde. Para este orden, nos ayuda mucho el hecho de que el gobierno esté haciendo conferencias de prensa casi todos los días más o menos a la misma hora, entre las 19 y las 20:30 horas. Podemos esperar esa conferencia, mirarla, seguirla por redes en las páginas de los medios que las transmiten o leer lo que pasó en un artículo.
Otra cosa que ayuda mucho y que los medios de otras partes del mundo y de Uruguay están haciendo (El País y La Diaria, por ejemplo) es brindar la posibilidad de suscribirse a un newsletter específico de información sobre el tema y así nos queda toda la información junta en nuestra casilla de mail y podemos leerla desde la mañana.
Pensando en los alumnos de la Licenciatura en Comunicación (y especialmente los que estudian Periodismo), ¿considera que esta es una oportunidad de aprender sobre cómo comunicar correctamente?
Por supuesto que sí. Lo hablábamos con docentes el otro día. Las crisis tienen una cosa maravillosa y es que te ponen todos los ejemplos en puntos extremos y te plantean casos con altos niveles de complejidad. Normalmente en la vida tienen que pasar años para que haya tantos casos extremos de forma simultánea y que estos sean visibles desde tan cerca.
Me parece que es una oportunidad maravillosa para aprender y para mirar lo que está pasando. Me recuerda a cuando era estudiante en ORT de Periodismo y fue la caída de las Torres Gemelas, que fue un episodio lamentable en el que murieron montones de personas, pero también fue un proceso de aprendizaje muy interesante para mí como estudiante de Periodismo. Fue muy valioso para aprender cómo se debían manejar determinadas cosas.
Este es, incluso, un momento para aprender que los periodistas cometemos errores y eso también es muy interesante. En un momento así, los errores deben ser utilizados como una instancia de aprendizaje. Así es que vale la pena equivocarse y pedir disculpas, que creo que es algo que la gente valora y todos podemos aprender de eso.